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El PRM y la reelección: perspectiva histórica

El PRM y la reelección: perspectiva histórica

En caso de que el presidente Luis Abinader decida presentarse como candidato para la presidencia de la República por tercera vez, está en su pleno derecho, debido a que la constitución dominicana, en su artículo 124, le permite optar por un segundo período constitucional consecutivo, con la salvedad de que no podrá postularse jamás al mismo cargo ni a la vicepresidencia.

Los límites a la reelección estaban en los estatutos del PRM, en cuyo Artículo 101 se planteaba la no reelección como política oficial: “Hasta tanto el Partido Revolucionario Moderno convoque un congreso para debatir el tema de la reelección presidencial, la misma estará prohibida.” 

Sin embargo, este 8 de diciembre, la Dirección Ejecutiva de la Reforma Estatutaria del PRM anunció la aprobación de una reforma que cambia varios artículos de los estatutos, incluyendo el de la reelección. Este ajuste se realizó a pesar de que el Ministro Administrativo de la Presidencia y presidente del PRM, José Ignacio Paliza, alegaba que los estatutos del PRM no estaban por encima de la Constitución y por eso la reelección no estaba prohibida para Luis Abinader.


¿De dónde viene este espíritu antirreeleccionista en los estatutos del PRM? 


A pesar de que los perremeístas repiten tajantemente que “El PRM no es el PRD”, no se puede hablar del PRM sin hablar del PRD, partido del que surgen, al que pertenecía todo su liderazgo cuyo pensamiento peñagomista utilizan de forma simbólica y de donde provienen sus estatutos

Peña Gómez, principal líder del PRD a partir de 1973 hasta su muerte en 1998, fue antirreeleccionista durante toda su carrera política. Durante largos años, el PRD luchó contra la reelección de su enemigo histórico, Joaquín Balaguer. Por eso, Peña Gómez la calificaba como “una maldición inculcada por Trujillo a los presidentes de turno”. A lo interno del PRD, la alternabilidad era la forma de mantener un balance entre las diversas tendencias del partido.

El PRD, en la década de los 70 representaba algo más que un partido, llevaba la bandera de la lucha por la democracia en la República Dominicana. Tras años de articulación, de movilización y de sufrir represiones por parte de la oposición, protagonizaron la transición democrática, ganando las elecciones de 1978 con Antonio Guzmán, para poner fin a los 12 años de Balaguer. 

La posible reelección de Guzmán generó conflictos a lo interno del PRD desde la primera mitad del gobierno. El presidente se había comprometido a introducir un proyecto de ley que incorpore la no reelección en la constitución, algo que no se cumplió y que generó conflictos con los perredeístas en el Congreso, notablemente con Hatuey de Camps (presidente de la Cámara de Diputados) y Jorge Blanco (senador). 

Tras 22 meses de gobierno, el entonces presidente Guzmán se referiría a los rumores de sus intenciones reeleccionistas en una entrevista a la revista ¡Ahora! como conjeturas de sus adversarios políticos con aspiraciones presidenciales, “La reelección o no reelección, no constituyen principios fundamentales en la organización económica, política y social de los pueblos. Todo depende del grado de madurez política con que se enfoque, de los métodos que se utilicen para lograrla y sobre todo de los objetivos de la misma.”  Peña Gómez, en esos años Secretario General del PRD, declaró que las intenciones reeleccionistas venían de sectores ajenos al PRD y que el silencio del Presidente generaba intrigas: “La reelección o la prolongación tienen sus mejores defensores en ciertos sectores no perredeístas del gobierno, que no en todos, porque de esta manera adquieren una continuada vigencia política, que solo pueden conservar al lado del Gobierno del Presidente Guzmán.” 

En 1981, tras 3 años de intensos conflictos entre el Presidente Guzmán y el PRD, representado principalmente en las figuras de Peña Gómez, Jorge Blanco y Hatuey de Camps, Guzmán dio un discurso donde afirmaba que no se postularía por segunda vez y apoyó a Jacobo Majluta para las primarias, quien sería el representante de la tendencia “guzmanista”. Majluta finalmente fue derrotado por Jorge Blanco en las elecciones internas. 

Jorge Blanco, en su discurso presidencial, al igual que Guzmán, prometió someter un proyecto de reforma constitucional para prohibir la reelección presidencial. Este proyecto fue introducido el mismo día de la juramentación de Jorge Blanco, pero nunca pudo ser aprobado en el Congreso. 

Tras la deslegitimación del PRD provocada por sus luchas internas, sus prácticas conservadoras y clientelares, sus políticas económicas, la violencia desatada durante las pobladas del 1984, entre otras razones, el sueño de la transición democrática dominicana vuelve a ponerse en pausa cuando Joaquín Balaguer regresó al poder por 10 años más.


La madre de las crisis: el intento reeleccionista del PPH


Cuando finalmente se logró consagrar la no reelección por dos períodos consecutivos fue con el Pacto por la Democracia de 1994. Sin embargo, en poco tiempo, los líderes que emergieron de este pacto y que formarían parte del relevo generacional tanto del PRD como del PLD (Hipólito Mejía, Danilo Medina y Leonel Fernández), demostraron que los avances institucionales al respecto solo eran “una hoja de papel”.  

Las pretensiones reeleccionistas de Hipólito Mejía (primer gobierno del PRD después de 14 años fuera del poder) y su facción conocida como el “PPH” lo llevaron a reformar la Constitución en sus primeros dos años de gobierno. En ese momento, la Carta Magna prohibía la reelección consecutiva. Con la reforma del PRD, la Constitución permitiría la reelección consecutiva y “nunca jamás”. Las artimañas utilizadas para esta reforma, en conjunto con los mecanismos clientelistas de este PRD totalmente alejado de su doctrina, la crisis económica, la corrupción administrativa, entre otras razones relacionadas con la fragmentación social1 y la crisis de representatividad de la época, llevaron a la sociedad a alejarse del que fuera el principal partido de masas del país. 

Tras 16 años fuera del poder, se podría decir que esta facción está de vuelta, con algunos liderazgos compartidos y heredados, pero esta vez como un nuevo partido. La coyuntura actual del PRM frente a la reelección no es la de hace 20 años, porque la sociedad dominicana está más atenta a los procesos legislativos por la hiperconectividad. Las exigencias de la sociedad dominicana de instituciones más transparentes, provocaron la salida del PLD del poder. 

Sin embargo, la historia dominicana de los últimos 45 años nos ha demostrado que prohibir la reelección en la Constitución o en los estatutos de un partido no ha sido suficiente para evitar eventuales intentos de continuismo, violaciones a la institucionalidad, ni para impedir que permanezcan las estructuras de poder que son un obstáculo para que nuestro país viva en una democracia plena. La “no reelección” tampoco ha sido señal de que no se esté acumulando y/o centralizando poder en las mismas manos, porque el continuismo tiene muchas máscaras. 

El verdadero reto no sería si reelección o no reelección, sino el por qué 


La campaña electoral del cambio era una campaña eminentemente antipeledeísta y este ha sido el pilar incluso de algunas acciones del actual gobierno, empezando por la persecución de la corrupción administrativa de la pasada gestión. La legitimidad de Miriam Germán aún antes de ostentar la posición de Procuradora General de la República, ha sido beneficiosa para el gobierno. 

Sin embargo, ahora el PRM tiene el desafío de introducir una nueva dimensión que justifique frente a la población su razón de hacer política, porque la negación del peledeísmo no será suficiente después de una primera gestión que demuestra el enfoque y las prioridades del gobierno. Además, el antipeledeísmo no es una razón suficiente para una posible campaña continuista, cuando viene de un partido que a pesar de su juventud, sigue utilizando prácticas neopatrimoniales y clientelistas. Las quejas de los perremeístas de que no se ha cumplido con las promesas de empleo a las bases (que en los estatutos del partido está consagrado como un derecho de sus militantes) lo demuestran. Probablemente sea el momento de desarrollar la dimensión social que Peña Gómez introdujo al país con su campaña “primero la gente”.

1 Lozano, W. (2005): Los dos PRD. Raíces sociales y políticas de su presente crisis. Santo Domingo: Editorial Letra Gráfica.

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