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La lógica fake news de las ultraderechas 

La lógica fake news de las ultraderechas 

La Cámara de Diputados chilena aprobó un proyecto de ley que reconoce el derecho a una menstruación digna para las “personas menstruantes”. Se trata de una medida, con cuya terminología se puede diferir, que tiene la finalidad de ampliar derechos en consonancia a lo que se ha hecho en la misma materia en varios países avanzados del mundo. Sin embargo, sectores de ultraderecha, a través de burbujas de redes sociales, especialmente en el ecosistema tuitero dominicano, han presentado esta noticia a partir de la fake news de que se quiere cambiar el término mujer por el de “persona menstruante”. La centralidad en redes y medios tradicionales que lograron, poniendo mucha gente a hablar de una mentira como si fuera un hecho, devela tres cosas que considero deben preocupar a todos los demócratas dominicanos y del resto de países de la región. 

En primer lugar, este caso muestra cómo la ultraderecha dominicana, de manera articulada y financiada, está logrando peligrosísimos avances dentro del ecosistema mediático local. Lo cual logra, como ya hacen otras ultraderechas en diferentes países, inundando las redes sociales de mentiras y fake news para condicionar los términos de la discusión pública. Como hemos dicho en otros análisis, las fakes news son efectivas porque generan confirmación ideológica: validan cosas que la gente ya cree. Así, producen lo que en comunicación política se denomina “efectos de verdad”; que se da cuando un mensaje logra incentivar valores ya asumidos por la gente, y de esa forma, circular en términos de verdad. Con lo cual, se constituye en sentido común, es decir, en aquello que no se cuestiona porque de entrada se asume tal cual está planteado. En ese contexto, muchas fake news se colocan dentro del sentido común mayoritario diciéndole “verdades” a la gente mediante lógicas de intensidad donde las cosas tienen veracidad en función del escándalo que generen no por los hechos que las respalden. 

Las fake news que sistemáticamente pone a circular la ultraderecha dominicana están todas guiadas por esa lógica de efectos de verdad. Persiguen confirmar marcos ideológicos conservadores existentes en la sociedad, al tiempo que apuntan a estimular emociones primarias como el miedo, la rabia y el asco. Y cuando se unen la confirmación ideológica con ese tipo de motivaciones emocionales, pues se generan dispositivos comunicativos muy políticamente potentes. Porque la política, como dijo Chantal Mouffe, “pone fronteras a la racionalidad”. Esto es, la política se guía, en una parte decisiva, más por elementos emocionales que racionales. Por eso existen las ideologías: para movilizar no en base a conceptos políticos abstractos que pocos entienden, sino a base de mensajes simplificados que den una concepción de mundo y con ello movilicen hacia objetivos concretos. Siguiendo las enseñanzas de Steve Banon y los ejemplos de éxito electoral de Trump, Bolsonaro, Vox en España y el Brexit, de lo cual hay hasta manuales en Youtube, la ultraderecha dominicana tiene claro que para avanzar necesita convertir mentiras en verdades por medio de la confirmación ideológica y estimulación de emociones. 

El segundo elemento que debe preocuparnos es que muchos medios se hicieron eco de una fake news evidente. El problema fundamental con esto es que uno de los pilares de la democracia moderna, que son los medios de comunicación, en el contexto dominicano estarían siendo tomados por la lógica fake news de ultraderecha de circular mentiras como verdades. En nombre de la monetización, con las nuevas exigencias que impone la actualmente dominante dinámica de redes y plataformas, se estaría rompiendo con la deontología periodística que antepone rigurosidad y contraste al inmediato interés económico. Esto es radicalmente peligroso porque se va creando un ecosistema mediático muy tóxico en el que el fundamento de la democracia, que es la verdad, queda relegado a la relativización: cualquier cosa que genere tráfico puede titularse como un hecho. Sin verdad no hay convivencia democrática posible y los medios de comunicación son determinantes en ello. 

Por último, el tercer elemento tiene que ver con lo que, considero, es el grave error en el que están cayendo sectores progresistas frente a la lógica fake news de la ultraderecha dominicana. He visto cómo, desde que salió el fake news sobre lo de la menstruación en Chile, gente del progresismo dominicano se la ha pasado básicamente respondiendo a ello. Un error político total. Primero porque está demostrado, con estudios comparados y resultados electorales, que intentar desmontar las mentiras de las ultraderechas discutiendo a partir de los marcos que ellas imponen es contraproducente puesto que genera que se validen y posicionen aún más esos marcos. Segundo porque dada la naturaleza de los fake news, antes de que salgamos a desmentirlos ya han generado confirmación ideológica en los sectores de convencidos que los reproducen. Por lo tanto, no hay nadie que convencer en esas burbujas mediáticas. Tercero porque en política, sobre todo en la actual dinámica de circulación del conflicto político vía redes sociales, quien tiene que explicarse queda fuera del sentido común. Ir a disputar bulos es justamente ponerse a explicar algo ya asumido como verdad dentro de ciertos encuadres. 

¿Entonces nada que hacer frente a la lógica fake news de la ultraderecha? No, hay muchísimo por hacer. Pero tiene que hacerse desde criterios de estrategia política no de indignación moral porque con ello, insistimos, lo que se hace es validar el marco ideológico y emocional de la ultraderecha. Lo que debe hacerse, desde el progresismo, es tener agenda propia en el sentido de intervenir sobre el sentido común dominante. Ir a los significantes que estructuran ese sentido común para disputarlos. Tratando de que se muevan hacia horizontes más críticos, democráticos y progresistas. De forma que le quitemos a la lógica fake news de ultraderecha las condiciones de posibilidad de su efectividad y capacidad de circulación. 

En una sociedad donde tales significantes estén inclinados hacia horizontes políticamente críticos y progresistas, las mentiras de la ultraderecha se quedarían en burbujas de confirmación ideológica ultraconservadora. Frente al público amplio y plural no pasarían de bulos ridículos. Y las ultraderechas no serían más que grupos marginales y rocambolescos con mínimas probabilidades de incidencia política y cultural. Lo que han sido casi siempre en la historia. Sólo que hoy día, donde imperan las crisis e incertidumbres, la gente tiende a buscar certidumbre en ideas de conservación. Lo mismo que pasó en el siglo pasado cuando los hermanos ideológicos de las ultraderechas actuales, es decir el fascismo y el nazismo, emergieron desde los márgenes sociales y políticos. Pero igual que en épocas pasadas se pueden derrotar en el campo político y cultural. Y si nos movemos bien, demócratas progresistas y de otras tendencias, podremos ganarles la partida. Porque, finalmente, frente a la ultraderecha no se trata de izquierda versus derecha ni progresistas contra conservadores. Se trata de demócratas contra los que quieren destruir la democracia en base a mentiras y fomento del odio. Para mantenernos debatiendo sobre ideologías, moral y elementos existenciales; pero nunca sobre las cuestiones estructurales realmente importantes para el colectivo.

Lo que dice la gente

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