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Mariposas de Acero. Lo que faltó.

Mariposas de Acero. Lo que faltó.

“En vano es que piensen los déspotas que tienen vencido ya al libre espíritu porque le hayan cerrado los labios. Pues con cada nuevo hombre nacerá una nueva conciencia, y siempre habrá alguien que se acuerde de su deber espiritual de recomenzar el viejo combate por los inalienables derechos de los hombres… que defienda la soberana independencia del pensamiento frente a todas las fuerzas de la fuerza.” Stefan Zweig

Puede que los miles de personas que vimos “Mariposas de Acero” hayamos disfrutado del mejor espectáculo realizado en la historia de este país. Lamento contrariar a los seguidores de Coldplay, Bad Bunny y Raphael, pero la realidad es que esta obra y su puesta en escena se ha acercado por momentos a la perfección.

El objetivo primordial de Pablo García y Waddy Jáquez es afectar sin descanso cualquier fibra sensible que te queda como dominicano. Si no empatizas con la historia de las hermanas sacrificadas, quizás entonces has de sufrir con ¿la del padre enfermo?, ¿la viuda cautelosa que está por perder sus hijas?, ¿los niños huérfanos?, ¿la patria oprimida?, ¿la joven que no dejan profesionalizarse?, ¿las parejas distanciadas por la lucha? quizás… ¿no? Entonces pasan a contarte de 6 otras mariposas presas en la Cárcel la 40. Vamos, que alguna hay que te saca una lágrima.

Sin embargo, en la obra también se hace presente la alegría, la esperanza, el amor y el humor. Escenas y musicalidades inspiradas en múltiples orígenes se aplatanan para entretenernos y formarnos. Quienes salimos de allí sin resbalar con las lágrimas propias y las de los demás, salimos sintiendo un compromiso con esta tierra, con un coraje renovado de ese martirio y con la defensa de lo justo como bandera. Agradecidos del legado de estas mujeres y con interés renovado por una historia de bien que une.

Adalgisa como Dedé Mirabal es magistral e idéntica. La hermana sobreviviente es la encargada de contarnos la historia, empática y trascendente. El desarrollo de los años de Minerva y su rebeldía es bien abordado con mucha gracia por Nashla Bogaert. Un giro emotivo que me pareció interesante de la obra se da cuando Patria Mirabal (Hony Estrella) canta como su sacrificio pasa por dejar la aparente comodidad de su casa, por el de la casa grande. En fin, los cumplidos se han de quedar cortos. Como observaciones mínimas debo decir que no conecté con la musicalización de la cárcel "La 40″, aunque después las escenas fueron revelando el carácter atroz de lo que en ella se vivió. El martirologio masculino también pudo ser mejor reconocido, incluso a través de Rufino o de un Manolo más presente… pero en fin observaciones mínimas. 

No obstante, el mundo no se puede cortar en bloques e ignorar sus matices. A pesar de las genialidades de la obra la figura de Trujillo es, para mal, en exceso una caricatura, una burla, una bestia. No culpo a los creadores, bastante se ha desarrollado esta imagen en nuestra historia. Lastimosamente el monstruo nunca luce como tal. Si pensamos que la lucha será en ese terreno de tan clara evidencia, nos quedaremos evitando las pequeñas batallas que van generando las grandes injusticias.

Decir “Para que no se repita esta historia” o hablar de “El pueblo”, puede ignorar la complicidad de todo un pueblo en la creación de su monstruo. Después de todo, Trujillo no era el Trujillo de su ocaso o de sus peores momentos. Contó con un amplio apoyo popular, del empresariado, de la Iglesia y de parte del gobierno norteamericano. La grandeza de Minerva, por lo que es asesinada y recordada es porque no era común, su resistencia y su sacrificio al igual que el de cientos de otros hombres y mujeres estuvo en el arrojo que los distinguía. El pueblo común era más reservado, apoyador, pasivo, y con todas razones, temeroso.

Es así como el riesgo está en atribuir a Trujillo y un grupo reducido de toda la maldad de una época. Porque no entenderemos entonces que la salida de Trujillo no termine siendo el fin del trujillismo. El asesinato de las Mirabal son el símbolo más cruel de un dictador que pierde apoyo vertiginoso ante el auge de la Revolución Cubana (1959).  La caricatura de Trujillo hace muy buena novela, pero no revela cómo pudimos caer ante ella tanto tiempo. ¿Qué destreza, qué virtudes poseía este hombre más allá? ¿Quiénes se beneficiaron? El llamado final no nos cuestiona ¿qué existe en el dominicano (sino en el alma humana) que necesita entregarse a ser dirigido por el hombre fuerte? Como dice Primo Levi:

“Lo que pasó puede volver a pasar. Las conciencias pueden ser seducidas y oscurecidas nuevamente, incluso nuestras conciencias. Por eso, es deber de todos reflexionar sobre lo sucedido. Todo el mundo debe saber, o recordar, que cuando Hitler y Mussolini hablaban en público, eran creídos, aplaudidos, admirados, adorados como dioses. Eran "líderes carismáticos"; poseían un secreto poder de seducción que no procedía de la solidez de las cosas que decían sino del modo sugerente en que las decían, de su elocuencia, de su arte histriónico, tal vez instintivo, tal vez pacientemente aprendido y practicado. Las ideas que proclamaban no siempre eran las mismas y eran, en general, aberrantes o tontas o crueles. Y, sin embargo, fueron aclamados con hosannas y seguidos hasta la muerte por millones de fieles”. 

¿Qué hay en nosotros que decide mirar a un lado en temas de corrupción? ¿Qué hay que ante un abuso a otro ser humano prefiere callar que enfrentarse a una horda de bestias? ¿Por qué van cediendo poco a poco las instituciones democráticas ante el miedo, el hastío, el deseo de no pelear…? En fin, ¿Qué va cultivando un Trujillo?

Quizás la figura de Trujillo en Mariposas de Acero debió cantar. No cantar sobre una supuesta obsesión con Minerva (Minerva era de su interés en tanto se resistía políticamente, no tanto como mujer), ni cantar sobre una maldad sin límites, sino sobre su visión de país y defenderla. Esto, sin temor a desarrollar empatía por el orden y la macana del régimen, porque cuando la balanza final se pesa, su visión arrogante, atropellante y corrupta no vale el sacrificio entregado por los dominicanos.

Escribo este texto fuera de tiempo. No hay más fechas de “Mariposas” en el Teatro. Es una injusticia pues hablar de que muchos se han perdido la obra mejor acabada que se ha presentado en el país. Ojalá sirva para pedir más fechas. Confieso que me sentí sacudido como un trapo emocional durante las dos horas. Felicito a todos los involucrados, puesto que me place reflexionar del tema ante un producto de tanta calidad, más en tiempos donde la intolerancia, el distanciamiento y los extremos parecen resurgir.

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