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¿Cuánto vale una vida?

¿Cuánto vale una vida?

Aunque sorprenda, no es difícil responder a la pregunta sobre ¿Cuánto vale una vida? Simplemente se trata -muy resumidamente- de lo que invierte un Estado en prevenir muertes. Este valor incluye, entre otras variables, los derechos laborales, la asistencia en salud y la seguridad. Entonces, podemos suponer que cada sociedad se entrega a sí misma la posibilidad de cuantificar lo que cree es el valor de una vida, y es válido preguntarse qué valor le estamos dando en República Dominicana. 

En la sociedad neoliberal, como la que existe en este país, el proceso de privatización de derechos nos deja en claro que las normas de valorización son las del mercado. Esto quiere decir que es el mercado el que le asigna valor a los derechos laborales, la asistencia en salud y la seguridad. Es fácil verlo si pensamos en las diferencias en las atenciones de salud públicas y privadas, o si constatamos la expansión del negocio de la seguridad privada. Existe un proceso de mercantilización de nuestras vidas en que los derechos que antes pensábamos eran propios del ser humano (como lo consigna la declaración universal), dependerán ahora de nuestra capacidad para financiarlos. 

En este contexto, el neoliberal, el filósofo surcoreano-alemán Byung-Chul Han cree que el hombre se ha convertido en “un empresario de sí mismo”, y si estamos de acuerdo con él, tenemos que ser capaces de ver sus consecuencias.

Cuando le entregamos al mercado la forma en que le asignamos valor a las cosas que afectan e influyen en nuestras vidas -como los derechos-, estamos también construyendo la forma en que individuos se relacionan. La mercantilización de los derechos tiene secuelas en las relaciones humanas, porque genera individuos de primera y segunda categoría, situación que se aprecia en el acceso a la salud. Mientras hay gente que tiene la posibilidad de atenderse en clínicas lujosas, hay quienes mueren esperando ser atendidos en cualquier lado. Además, genera individuos egoístas, porque la relación de estos individuos en la sociedad neoliberal esta profundamente mercantilizada, por lo tanto en un mundo con “bienes limitados”, el éxito de uno significa el fracaso del otro. 

Todo esto se hace carne en nuestra vida diaria. Lo vemos cuando nos percatamos que República Dominicana esta entre los países con mayores muertes en accidentes de tránsito, y no se hace nada por frenar esta estadística. Lo vemos también cuando un limpiavidrios es asesinado por mojar una ventana de automóvil, porque para el asesino el valor de la pulcritud de su carro es mayor a la de una vida. Y por supuesto, lo vemos cuando un Ministro de Estado es asesinado a tiros en su propio despacho. 

Es obligatorio que el Estado dominicano se haga cargo de esta situación. Garantice derechos y con ello, le diga a la sociedad dominicana que el valor de una vida es mucho y que todas las vidas son importantes. Es inevitable un cambio de rumbo en las sociedades humanas, no puede ser el mercado quien nos marque las pautas de convivencia. De lo contrario seguirá muriendo gente, a veces nos importará más, otras veces menos, pero la gente seguirá muriendo y la respuesta sobre cuanto cuesta una vida en República Dominicana será: Nada.

Lo que dice la gente

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